6.11.08


16/01/08
Será porque siempre me he sentido inclinada hacia la poesía, pero probablemente esta sea una de las películas que más veces he visto. Recuerdo haberla visto con numerosas personas, haber transcrito diálogos, e incluso volver a verla, ya sea completa o ciertas partes, cuando necesitaba regresar sobre alguno de sus tantos puntos.



"Yo no sabía que no tenerte podía ser dulce como nombrarte para que vengas, aunque no vengas, y no haya sino tu ausencia, tan dura como el golpe que me di en la cara pensando en vos"

No puedo ser objetiva ante la poesía, ya no digamos la poesía de Girondo, de Benedetti, de Gelman. Yéndonos más lejos: al propio Benedetti recitando sus poemas en alemán, aunque me encuentre incapacitada para entenderlo.
Me gustaba esa historia, de Oliverio, perdido en sí mismo y en Buenos Aires, buscando a alguien más, a la que vuela, entre imágenes azules, Uruguay, cabarets. Y todas sus demás mujeres.
Dijo, en ese momento, que la única cosa que no perdonaba (y en esa sí, era irreductible) era que no supieran volar: "Si no saben volar, pierden el tiempo conmigo".

Me viene a la mente la imagen de Dario Grandinetti, caminando por una calle sola, con su gabardina negra, a punto de encontrarse con el Gran Amor (o con la gran casualidad, como lo llamaría Subiela en otra de sus películas, "Pequeños milagros"). O con la muerte, claro.

Me gustaría decir tanto respecto a esta película, pero todo sería demasiado vago e inexacto, no puedo transmitir la sensación que me deja cuando la veo o incluso ahora que nada más pienso en ella. Simplemente recalco que es, sin duda, una de mis películas favoritas.

Y que ahora hace viento, frío, estoy sola en casa y me pregunto qué película veré. Oh.


Saludos a todos los que se pasean por acá.

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