17.1.09



21/02/08
Creo que el único cuento que puedo recordar claramente de Rubem Fonseca es "Feliz año nuevo". Puede que haya sido verdaderamente el único que nos tocara leer en el curso de literatura brasileña, pero Ariadna siempre nos contó algo más sobre él. He de confesar que aunque ciertamente me pareció un buen escritor, no terminó por agradarme del todo: voy a sonar hasta un poco hipócrita al confesar que la violencia sin sentido no me agrada demasiado en la literatura (aunque evidentemente en el cine sí). Justo puede que haya sido esto lo que permitió que apreciara un tanto más esta cinta, que tenía ganas de ver desde que leí una reseña al respecto en una revista.

Ayer inicialmente veríamos películas en casa de Abril pero ante el abandono de todos terminamos Ariadna, Lili y yo en una sala de cine que pintaba para una función casi privada pero que de pronto se vió poblada de familias con bebés y quinceañeras. O quizá sólo era una familia con bebé, pero sentada detrás de nosotros, y chicas mayores de quinceaños que gustaban de comportarse ridículamente en el cine. Nunca lo sabremos.



"Nos deben camisas limpias, cocinas limpias, lágrimas limpias"

Últimamente he estado adentrándome mucho en el tema de la violencia en las manifestaciones cinematográficas. Si bien siempre he considero que es una de las temáticas que más me agradan en una película mucho más allá del simple posible placer por la violencia misma. En cierta medida "Cobrador" nos habla de ello: una violencia injustificada, una violencia sin sentido, sin contexto, sin una línea de seguimiento establecida. Pero al mismo tiempo esta violencia, como si fuese un apartado independiente, nos habla de un todo: de una violencia general, de la humanidad, del capitalismo, de las condiciones sociales, de las diferencias interculturales. Nos encontramos por momentos en Miami, en el DF, en Buenos Aires, en Rio de Janeiro, en Minas Gerais. Vemos a un millonario norteamericano, a un joven errante brasileño, a una reportera argentina, a una punk mexicana, a un policía brasileño. El orden y la trama específica no son claras, incluso podría decirse que cada uno puede interpretar de cierta manera la historia, sin que por ello sea demasiado subjetiva o libre.
Su generalidad puede que nos hable de un todo, que es tan íntimo como ajeno a nosotros mismos puesto que nos vemos limitados por nuestra propia y más cercana realidad. Puede que, claro, esta sea mi propia interpretación de la película: la justificación abstracta que encontramos en la violencia, en cada uno de nuestros actos. Qué es lo que cada uno de nosotros está cobrando.
















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