23.2.09



10/09/08
Al entregar mi primer cuento en mi taller actual, sobre un hombre con una severa deformidad congénita en los huesos, mi profesor dio por sentado inmediatamente de que se trataba de elefantiasis. Cada quien podía ver lo que quisiera, claro, e incluso en su nota final apuntó "Es como un bello tributo a David Lynch".
Dado que la premisa del curso es que uno, como autor, no puede hablar ni decir nada respecto a su texto, no pude apuntar: detesto a David Lynch.
"Mullholland drive" representó mi ruptura total con el director y me negué categóricamente a volver a ver nada de él. Después vinieron los buenos samaritanos que dijeron que "Eraserhead" era buena y otras sutiles recomendaciones que pasé por alto. También /brryanda me comentó que "The elephant man" era una de las pocas películas a las que le daría todas las palomitas (o estrellitas, o como quieran ver el puntaje) posibles.
Ahí venía el punto, ya no era cuestión de David Lynch. Siempre me han maravillado las deformidades congénitas y todo ese universo de posibilidades en que un ser humano destruye las leyes propias de su estructura. Siempre me había encantado la vida de Joseph Merrick y el punto máximo había sido al leer "From hell" (probablemente la novela gráfica peor adaptada cinematográficamente) cuando el dr. Gull conoce brevemente a Merrick.
Fue difícil dejar mis prejuicios de lado, pero para darle inicio a mi mini terapia de películas diarias, me decidí por ver finalmente este llamado clásico.



"I am not an elephant! I am not an animal! I am a human being! I am a man!"

He de confesar que al inicio, en las primeras escenas un tanto onírico-surrealistas en que una mujer es atacada por un grupo de elefantes de manera poco creíble, pensé "por Dios, no, Lynch". Sinceramente me esperaba lo peor. Que en muchos casos suele resultar contraproducente y ser lo mejor, porque entonces el valor de las obras se eleva en vista de lo poco que se esperaba de ellas.
Dejando de lado eso y adentrándonos en la historia, lo primero que me cautivó por completo (además de un Anthony Hopkins tan joven y tan propio) fue la recreación de la época. El circo de fenómenos con que inicia la película, tan decadente y en una tan mala época para Inglaterra fue sencillamente cautivador. Los pasillos miserables de carpas sucias y húmedas por las que se mueve el dr. Frederick Treves para encontrar finalmente el espectáculo del llamado Hombre Elefante cumplen perfectamente su función de retratar lo más bajo de la decadencia humana: las formas imperfectas de la misma exhibidas ante el morbo público.
A partir de ahí la historia probablemente la conozcan muchos: Treves hace lo posible por ver al fenómeno, como médico sabe que aunque sus deformaciones sean numerosas y terribles es, bajo toda esa carnosidad mal formada, un ser humano. Lo salva y a partir de ahí se vuelve una especie de cruzada que no alcanza a limitarse dentro de los conceptos del bien o mal sobre lo que debería ser el futuro de Joseph Merrick, un inglés perfectamente cultivado cuyo infierno se ha vuelto su propio cuerpo.
El desarrollo de la narración esta hecho, claro está, para remover las más profundas entrañas del corazón de los espectadores. He de confesar que a partir del momento en que Merrick cena con el médico y su esposa en la casa de ambos y dicta que "quizá si mi madre me viera ahora, en compañía de tan buenos amigos, quizá podría amarme como soy", me destrozó completamente. Llegado a un punto, incluso sus preguntas más sencillas, aquellas que revelarían sutilmente cuán lejos había sido criado de lo básicamente humano, ya eran capaces de conmoverme de maneras insospechadas.
También sospecho que soy yo quien se está volviendo una cursi irremediable. Ahora faltará que comience a ver de manera industrial comedias románticas para inaugurar mi propia decadencia.
Pero ajam, volviendo a la película. Otro mérito importante me parece recalcar la encarnación de John Hurt, tanto en cuestión de actuación como la misma representación visual del mismo. Esto, claro, no es eminentemente mérito de Hurt. Digo esto porque para todos queda claro que en 1980, cuando se estrena la película, los efectos no estaban para hacer una gran adaptación de este grado de deformidad, y sin embargo, apostando por tomas claras, directas y constantes, no nos parece tan dramático aceptar al personaje al mismo nivel de credibilidad que cualquiera de los otros actores en escena.
En algunos puntos puede que sea un poco maniqueista, claro, aún cuando se toque constantemente la cuestión de quién es el bueno y quién el malo. Es una película que está pensada para ser desgarradora e incluso agradezco que el señor Lynch haya dejado el surrealismo para escenas muy concretas. Hasta puedo aceptar, de manera poética, la escena de la mujer siendo atacada por el elefante.
Por otro lado, mi dvd incluía, muy educativamente, un reportaje sobre el verdadero Joseph Merrick, que detallaba incluso las diferencias con la película. Ahí es cuando vemos que Lynch nos juega sucio al buscar enérgicamente nuestras lágrimas: mucho de lo terriblemente desgarrador de la película se debe a una reorganización de los eventos reales.
Aquí les voy a arruinar todo a los que no hayan visto la película o a quienes quieran conservar la idílica imagen de John Merrick, así que lean bajo su propio riesgo. En realidad no repetiré punto por punto lo que dice el documental, claro, pero basta aclarar que Merrick sí conoció a sus padres e incluso vivió con ellos hasta los 7 u 8 años de edad. Fue educado y él mismo se impuso a ganarse la vida a través de exhibirse en circos durante una época en que la economía inglesa no daba para mantener el nivel de vida de un gran número de ciudadanos. El dr. Treves no pretendió salvarlo y terminó en su hospital a partir de una desgracia que se debió más bien a la estafa de su agente (o lo más cercano al tipo que te presenta en los circos, pues) tras lo cuál regresó a Londres sin dinero y fue puesto en manos del médico quien ya lo había analizado previamente.
La verdad me consuela pensar más en Merrick como un hombre que, en la medida de lo posible, tenía más control sobre su vida que el despojo humano que presenta (entrañablemente, no me malinterpreten) David Lynch.

De todos modos, no voy a ser yo quien lo niegue, es una película bella, de un modo extraño, y también terriblemente desgarradora.
Probablemente este 'modo extraño', este retrato de lo comúnmente grotesco, es lo que la salva de ser una película dramática para llorar los domingos al verla por la tele y la convierte en una cuidada y excelente película, más allá de los momentos conmovedores.
Ya no voy a decir que recomendable porque, de haber sabido que iba a andar sintiéndome mal todo el día, probablemente no la habría visto. Así que sepan a lo que van.




Pensé que jamás lo preguntaría pero ¿cuál es tu película favorita de David Lynch?

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