14.5.09



15/05/09
Bueno, el día de las madres se sabe que tenemos que consentir a mi madre por sobre todas las cosas. Aunque eso involucre jugar ajedrez cubano y ver westerns. Desde que le hablé a mi mamá de "Gran Torino" y porque nunca podría verla (porque lloraría, claro) empezamos a rememorar cuanto nos gustaba Clint Eastwood. De algún lado lo saqué, claro. Y desde entonces se empeñó en que quería ver esta película concretamente y tuvimos que conseguírsela a como diera lugar.
Y disponernos a ver una de vaqueros.



"God is not on our side because he hates idiots also"

La verdad es que los westerns jamás han sido mi género predilecto, y el inicio que es increíblemente largo antes de que suceda algo me hizo pensar que quizá no fue una buena idea. Aunque no tenía de otra. Y eso que es casi una épica de tres horas.
Por suerte cuando sale Clint Eastwood todo se arregla. ¿O sólo me pasa a mí? Tampoco es que quiera demeritar a Eli Wallach (que aún no me puedo creer que sea el viejito simpático de "The holiday") o a Lee Van Cleef que están también impecables en su realización. Sin duda la conformación de los personajes, tan basada en estereotipos pero que logran trascenderlos de manera maravillosa, es el eje central de la película.
En realidad no se podría decir que la película tenga una trama bien trazada, en general se trata de sucesos que se dan entre los personajes (o de los personajes con alguna subtrama que involucra a los otros de manera casual) en que se unen y se separan acercándose a un final inminente. Ya se sabe, este pueblo es demasiado grande para nosotros dos. Pero entre la presentación de los mismos y la última escena gloriosa en un hermoso cementerio desértico, pasan muchísimas cosas.
En general la mayor parte del tiempo me mantuvo bastante pendiente de los sucesos, en escenas casi aisladas que se desarrollaban del mejor modo posible (y, bueno, es que yo soy feliz viendo a Clint Eastwood tener estilo). Aunque también debo aceptar que eso de las tres horas y que a veces entre un punto y otro teníamos que presenciar una larga caminata por el desierto, por momentos conseguía perderme por completo.
Casi todo el tiempo nos centramos en la relación amor-odio-conveniencia-destino entre Blondie y el Tuco, quienes están por pares prácticamente toda la película aunque la mayor parte del tiempo parecen no disfrutarlo particularmente. Sus continuos intentos de burlarse-matarse mutuamente se ven interrumpidos y sus caminos unidos debido a la codicia: cada quién posee una parte de la información para encontrar una pequeña fortuna en monedas de oro. De modo que deberan trabajar juntos y procurar que el otro no muera hasta hacerse con el dinero. Y por el otro lado, Angel Eyes, un villano excelentemente trazado, de aquellos que sólo aparecen en el momento justo y a quien nadie interesa de dónde proviene su maldad. Es malo porque tiene que serlo, porque su epíteto nos lo anuncia y lo obliga a trabajar siempre con las peores intenciones. Y lo adoramos por eso.

En fin, que es un clásico, tampoco debía dejarlo tanto tiempo pendiente. Y aunque las peleas con pistolas y las carretas atravesando el desierto tampoco son mis favoritas, no es nada de lo que me arrepienta, sin duda.

Y Clint Eastwood, aquí Blondie, tiene todo el estilo del mundo. Y lo amo por ello.




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