24.8.09



24/08/09
La verdad es que yo hago cualquier cosa por Maggie Cheung y es muy probable que haya llegado hasta esta película sin saber nada más que salía ella. Y que era francesa, lo que no podía dejar de ser curioso. Pero ahora, con un rápido vistazo, no hacía falta añadir que sale vestida como dominatrix mientras corre por los techos de París. Imposible resistirse.
Incluso tenía un fotograma donde ella lucía más hermosa, sentada entre un montón de escombros mientras era entrevistada. Pero no podía dejar que se perdieran de la vista, claro.



"Muchos me dijeron ¿por qué una china? ¿por qué pedírselo a una china? Pero yo estoy seguro de que nadie más puede hacerlo"

En general la idea de ver una película francesa (hablando no sólo de que la producción lo sea sino de que esté constituida con la estética que ya nos acostumbramos a ver del cine francés) donde Maggie Cheung saliera interpretándose a si misma mientras se dispone a actuar en una película francesa, ya me parecía una idea extraña. Es una trampa creer en la simplicidad de la película dentro de la película, y aún más en la actriz dentro de la actriz. Así que mientras se nos presentan escenas con ese dejo cotidiano hay algo detrás mucho más complejo que tenemos que ir hilando conforme la filmación avanza.
René Vidal es un extravagante director al que le piden realizar un remake de la película de "Les vampires", la cual fue dirigida por Louis Feuillade en 1915. Él esta obsesionado con Maggie Cheun tras haberla vista en sus películas de acción y está convencido de que nadie puede ser Irma Vep si no ella. Así que la actriz china termina atrapada en París, en un irregular set, en una versión extrañamente moderna de la película muda, en una serie de relaciones casuales que parecen esconder mucho detrás. Maggie Cheung no es simplemente ella misma, es también, por momentos, engañosamente, Irma Vep. Y todos los demás elementos a su alrededor serán también un reflejo de lo real (la organización cinematográfica, las relaciones entre los distintos elementos de un filme) y de la película que se va grabando sin que nadie, más que Vidal, parezcan tener muy claro lo que va sucediendo.

Estoy convencida de que la película tiene muchos más elementos para reflexionar que aquellos que podemos notar a simple vista. Especialmente para todo el público que no es francés, porque hay una cuidada crítica hacia el cine francés disfrazada del mismo. Por momentos algo explícita, como cuando un joven reportero trata de convencer a Maggie Cheung que el cine francés es obsoleto y que el futuro se encuentra en las películas de acción sin sustancia. Pero no siempre nos queda tan claro de entenderlo todo, y nos sentimos un poco como la protagonista extranjera que debe ser movida de un sitio a otro sin que termine de entender muy bien la razón, o que hace ahí en primera instancia.

Es una película rara, que en muchos momentos no sabemos hacia donde nos lleva o qué es exactamente lo que quiere mostrarnos. Pero también es magnética, con ese gancho de la ficción dentro de la ficción que suelen suponer ese tipo de películas. Y Maggie Cheung es bellísima aunque la maquillen demasiado y la vistan de cuero y la confundan. Como a todos nosotros.


Otro de los puntos interesantes de la película y que parece casi un juego planeado es que la ficción se repite hasta detrás de las cámaras. Olivier Assayas le pide a la actriz Maggie Cheung que vaya hasta Francia a realizar esta película, no sabemos si obsesionado con sus múltiples películas de acción, para terminar enamorándose de ella y formando un matrimonio que duró unos cuantos años y alguna película más.


No voy a decir que no es extraña y un poco confusa (de hecho lo estoy repitiendo), pero debo decir que a mí me encantó. Con ese encanto único de lo que no entendemos bien.






















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