29.3.10



29/03/10
Hace algún tiempo estuve leyendo los "Libros de sangre" de Clive Barker y bromeaba con mi hermano sobre lo desastrosas que debían ser algunas de las adaptaciones cinematográficas de los cuentos. Unas probablemente más que otras, y es que los que tributean a escritores de terror nunca saben cuándo detenerse. Y "Rawhead Rex" sin duda sonaba como algo digno de destrozarse. Sólo basta ver su título en español: "El sacristán del diablo" (no es que "Rex Cabezacruza" fuese una gran opción, pero habría enfatizado la hilaridad).
Sin duda teníamos que verla.



"I can't keep God waiting"

Creo que no es necesario mencionar que sin duda es el tipo de películas que uno tiene que ver advertido de que serán malas (y buenas, a su manera), baratas y ridículas. Si a pesar de saberlo aún se quiere verlas, entonces hay una buena oportunidad de hasta disfrutarlas. Si se espera una película seria, o con buenos efectos, o que realmente dé miedo u asco, entonces puede que uno deba optar por cualquier otra opción.

La trama es sencilla: en una pequeña población inglesa perdida de la mano de Dios, unos campesinos tiran una piedra enorme que está en medio de un campo y que parece no servir para nada. ¡Terrible error! La piedra evitaba que Rex Cabezacruda (no puedo evitarlo, amo el nombre castellanizado) regresara a la tierra para cumplir con su reino de terror y muerte.
Debo decir que yo, al leer el cuento, me imaginaba a Rex como una especie de enorme conejo-caballo desollado con un esquelo alargado, cuasi antropomorfo y que apenas estuviera cubierto como con músculos rojizos. Mi hermano tenía otra imagen bastante distinta, y de cualquier modo no nos hubiera servido de nada. ¿Recuerdan la parte de efectos baratos? Bueno, obviamente Rex es un actor metido en un traje que lo hace parecer una suerte de Hulk simiesco y diabólico.
Se trabaja con lo que se tiene.

Ahora, mientras Rex va por el pequeño pueblo sembrando el terror y la muerte, hay una serie de personas que comienzan a sospechar que algo terrible está pasando y quizá tenga que ver con esos extravagantes vitrales que hay en la iglesia del pueblo y que representan, ajam, a un demonio simiesco y rojizo siendo enterrado bajo una enorme piedra roja que evita que regrese a la tierra para cumplir... Ya saben.
Lo peor de todo es que ni siquiera se aprecian todos los elementos increíblemente explotables del cuento de Clive Barker. Que son los símbolos fálicos a la mínima provocación y el sentido metafórico y literal de las grandes cantidades de orina. Sí, orina. Entonces tenemos que contentarnos con la botarga-Rex mientras va matando a la población.

Es una película ridícula, y como tal tiene su parte disfrutable, aunque es una pena que no se hayan esmerado un poco más o por hacerla un poco más seria o por hacerla un poco más descabellada. Entonces por momentos parecen novatos que se están tomando en serio y quieren hacer algo más serio pero sin conseguirlo. ¿Y eso qué resulta cuando se trata de películas de monstruosidades que matan gente? Resulta en escenas aburridas, explicaciones largas que nadie quiere, y escenas en que no hay muertos.

Así que, "Rawhead Rex" se queda en medio del camino. Quizá para darle una oportunidad si la encontramos en la televisión, pero no como para buscarla.

Y debo decir que la imagen elegida, con todo y su explícita calidad de cabeza plástica, la dignifica hasta lo imposible. Habría sido imposible siquiera pensar en darle una oportunidad a mi reseña si hubiéramos visto el rostro de Rex en primer plano.


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