3.3.10



03/03/10
Continuando, muy lentamente, con las películas a ver antes de morir, la selección continuaba con "Autumn afternoon" o algo así. Que no sé por qué le pondrían ese título cuando la traducción debería ser algo así como "El sabor del sake". Cosa ligeramente distinta y que ilustra mucho mejor lo que veremos a lo largo de la película.
Me sentía confiada en la selección oriental después de "After life" y me pareció oportuno llegarle sin más.



"El sake me pone demasiado sincero"

Tarda un poco en entenderse claramente cuál es el hilo argumental principal de la película, pero ya hacia la mitad podemos notar que la verdadera cuestión es que Shuhei (espero que sea Shuhei el protagonista y no me esté confundiendo, oh) es un hombre mayor y viudo que se debate entre si debe casar o no a su joven hija Michiko. Él tiene la idea de que aún es muy joven, aunque todas las chicas suelen casarse por esas edades, pero también le asalta la duda de si sencillamente no es que prefiera tenerla en casa y le esté negando su posible felicidad. Obviamente todo esto retratado en una sociedad de lo más conservadora en el Japón de los 60, con todo el protocolo que corresponde a esta clase de circunstancias.

Pero, mientras tanto, tenemos oportunidad de apreciar distintos y mínimos retratos (en algunos que profundizaremos un poco más que en otros) de la sociedad de la época: cómo se pactan otros jóvenes matrimonios, un hombre mayor que ha vuelto a casarse con una joven, un hombre mayor que se ha vuelto un fracasado, una hija que se quedó tanto tiempo cuidando a su padre que perdió sus oportunidades de matrimonio, un hijo que tiene problemas para sacar su matrimonio adelante económicamente. Y etc, por donde se le quiera buscar se podrán descubrir vestigios de los modos sociales tan rigurosos que siempre nos comentan de los asiáticos. Casi todo girando alrededor de una mesa con la comida servida o, esencialmente, con alcohol disponible. Hasta eso no siempre es sake, por ahí se escapa de pronto el viudo a tomarse una cerveza, pero se entiende el punto.

Supongo que esencialmente, a través de una situación tan simple como casar o no casar a mi hija, he ahí el dilema, se trata de mostrar una faceta del Japón costumbrista después de la Segunda Guerra. El problema esencial reside en que tratar de ser tan cotidiano, tan general, tan vida diaria, por momentos puede resultar de lo más tedioso. Especialmente cuando uno no sabe muy bien por dónde va la cosa se pregunta si en algún momento pasará algo realmente más allá de ver el día a día de un hombre y sus diversos encuentros. He leído en algunas reseñas sobre Ozu (que no sé si he hecho bien al enfrentarlo con la que fue su última película) y hablan de que su genialidad está en esa sencillez extrema. Pero, quizá porque no soy capaz de percibir el estilo propio del director, no vi esa genialidad y me quedé bastante en la historia simple alargada hasta el infinito en dos horas.
Y, no me malinterpreten, a mí me encanta ponerme a ver costumbres arcaicas orientales, pero seguro que podrían haberse insertado en una trama con un poco más de ritmo.



No sé, supongo que en algún punto tendré que darle otra oportunidad a Ozu y descubrir qué me estoy perdiendo. Pero no creo que vaya a ser pronto.
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