5.3.10



05/03/10
Hoy esperaba ir al cine pero al final no nos quedó ninguna función disponible. Así que continuando con películas asiáticas grotescas y mi amor eterno siempre proclamado hacia Takashi Miike. Oh. Una película que me tocó ver con Andrés sin tener mucha más idea de que, claro, se trataría de una historia de detectives.



"The real nightmare lies in the paradise"

Bueno, todo esto a que el título en inglés es "A detective story". Y sí, Miike nos regala un thriller en toda la norma, aunque con los elementos que todos podríamos esperar de él.

Hace poco que estuve leyendo sobre su vida y sus declaraciones de que él realmente quería ser corredor de motos, encontré también que una de las pocas finalidades concretas que tiene al momento de hacer una película es sorprender al público. También divertirse él mismo mientras la dirige, pero con las escenas que se monta eso parece casi inevitable.
Y sí, lo cierto es que Miike siempre consigue sorprendernos de un modo u otro, y aunque en el caso de un thriller lo lógico sería esperar esa sorpresa en el inesperado giro final, nada más alejado.

Raita Kazama es un detective privado. Uno muy malo, por cierto, y parece que él mismo está consciente de ello y por eso no se preocupa más. Pero por alguna razón medio absurda, se ve envuelto en una serie de asesinatos en serie bastante brutales que están sucediendo en la ciudad. Todo porque una de las víctimas fue a buscarlo el mismo día en que murió con las sospechas de que alguien la estaba siguiendo. Y luego, también porque es un torpe de primera, se entromete en la investigación policial luciendo cada vez más y más sospechoso, pero con aparentes intensiones de resolver el misterio. Además aprovechándose de su vecino, Raita Takashima, a quien conoció por confundir sus nombres, precisamente.

El formato podría parecer bastante convencional, con un asesino en serie que parece tener una clara misión en sus crímenes, y con un misterio que debe ir resolviéndose conforme avanza la película, pero el desarrollo no es nada convencional. Primero porque nuestro personaje protagónico es un inútil, pero no sólo es un inútil sino es completamente hilarante, pero en un punto exacto: la situación es completamente seria y él mismo es completamente serio en su propio absurdo. De tal modo no es que veamos exactamente un patiño sino una suerte de personaje extravagante y que podría parecer fuera de contexto.
Luego tiene unos guiños a otras películas del género que son sencillamente supremos, especialmente cuando Kazama visita a un asesino que atrapó cuando era un buen detective (y creo que nos sorprende descubrir que alguna vez lo fue) para pedirle consejo. La escena es bastante siniestra: el joven está amarrado a una especie de silla de dentista, en una amplia habitación oscura y sin muebles, con una máscara tétrica. Mientras se come un mctrío. Con ese sólo detalle Miike nos desarma y hace un tributo entre lo serio y lo ridículo a "El silencio de los inocentes".

Luego, tiene una serie de detalles completamente fuera de lugar que no tienen absolutamente nada que hacer con lo que está sucediendo, pero que te desarman. Son tan absurdos, tienen tan poco que ver dentro de la secuencia y son realmente algo que uno no espera, que va a un ritmo vertiginoso entre lo realista-siniestro y lo absurdo-exagerado.

Y yo, lo amo (a Miike, se entiende), no es secreto para nadie.

Además tiene un elemento de fondo bastante interesante, que es la pintura. Hay un pintor siniestro que aparentemente anda licuando órganos por la vida para hacer sus cuadros. Oh. Muy al estilo H.R. Giger, si me preguntan. Y en realidad resulta una ambientación de lo más apropiada para el curso de la película, aunque como thriller tampoco es que vaya a sorprendernos por completo, pero su realización es de lo más interesante.

Y la última escena, jo, fantástica.




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