26.4.10



26/04/10
Siguiendo con mi curso de historia del cine, y ahora con el periodo del cine de oro de hollywood, nos tocó ver "The roaring twenties" (que me parece fue traducida como "Los violentos años 20"). En realidad creo que nos tocaba ver otra pero el profesor es un experto en perder la película que toca. Pero tampoco es que nos quejemos.



"I always say, when you got a job to do, get somebody else to do it"

La verdad es que no soy muy fan de las películas de gangster pero siempre hay que darles una oportunidad. En este caso el asunto no comienza sencillamente con los tiros, sino con un grupo de tres hombres que coinciden en una trinchera en la primera guerra mundial. Con un estilo desenfadado, tomando en cuenta que están en medio de una guerra, se hacen amigos, y poco tiempo después tienen la suerte de regresar a su país cuando ya todo ha terminado.
Eddie Bartlett, el que parecía el más joven y positivo de los tres, comienza a ver cómo sus esperanzas de regreso se van deshaciendo frente a sus ojos: el negocio en donde trabajaba decidió no esperarlo más y no tiene ya trabajo qué ofrecerle, va a conocer a la joven a la que le escribía mientras estaba en el campo de batalla y descubre que es apenas una adolescente, y se les viene encima la gran depresión así que no hay trabajo ni un poco de dignidad por los soldados que regresaron.
Lo curioso es que Bartlett comienza siendo un hombre perfectamente íntegro que por una situación o dos se ve involucrado en un negocio no demasiado íntegro: la manufactura y venta ilegal de alcohol durante la prohibición. Y ni siquiera es que se corrompa de golpe ante el poder, pero eventualmente todos ceden. Y poco a poco vamos presenciando cómo se transforma en un mafioso en toda la norma, perdiendo por completo el piso. Durante este periodo y entre un negocio y otro vuelve a ponerse en contacto con los hombres que conoció en aquella trinchera: Lloyd Hart, un abogado tranquilo que ayuda apenas con los papeles de la organización aunque no está demasiado de acuerdo con lo que hacen, y George Hally quien también ha encontrado su forma de vida en la mafia y se regodea por completo en ello, no le importa a quién tiene que traicionar ni de qué obstáculos debe deshacerse para conseguir lo que quiere.

El caso de Eddie Bartlett y toda la película en general, es el típico de el ascenso y caída de una gran figura. También por aquello de que en las películas de la época el malo no podía ser sencillamente malo, sino un hombre arrastrado por sus circunstancias quien tiene posibilidad de reivindicarse en el último minuto. Pero digamos que aún con esa carga moral, Eddie lo hace bastante bien, y nos muestra a través de su vida varios factores del Estados Unidos de la época. Con un tono que no pretende ser violento y crudo, pero que resulta bastante entretenido y efectivo.

Se destacan, principalmente, las magníficas actuaciones de Humphrey Bogart, como un cínico mafioso sin escrúpulos, y Gladys George como la diva venida a menos cuyo buen corazón debe ser oculto con sus modos mundanos. Ambos son problemamente lo mejor de la película, aunque lo demás no está nada mal.
Hasta me dan un poco de ganas de ver más películas de gangster. Tampoco demasiadas.



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