1.6.10



01/06/10
Desde hace tiempo Andrés me había recomendado esta película, dado el amor que compartimos por Marcello Mastroianni. Y poco más necesitaba que su participación y ese suculento título para convencerme de verla.



"No has entendido. Es imposible comerte a ti mismo hasta morir"

Debo aceptar que aunque la trama de "La gran comilona" suena algo extravagante y mórbida de entrada, a mí me cautivó desde la sinopsis: un grupo de personajes, bastante distintos entre sí, se reunen un fin de semana en la mansión casi abandonada de uno de ellos. Durante ese tiempo se abandonan sin resistencia alguna a los placeres, especialmente a los gastronómicos. Pero lo que parece una sencilla orgía clásica sin más involucra una finalidad mucho más extraña: el deseo de todos ellos de comer hasta morir.

Y, bueno, si todo ello involucraba a Mastroianni, yo tenía poco más por qué resistirme. De tal modo Marcello, Michel, Philippe y Ugo se encierran en aquel palacio oscuro, con alguna esporádica compañía femenina, para elaborar los más extraños y complejos manjares, en un afán de no dejar de comer en ningún momento. Una vez declarada la pasión sin límites por la comida y las mujeres, la presentación de todos esos placeres como si fueran algo sencillo tiene algo de grotesco. Los enormes banquetes que se sirven apenas para los cuatro, los elaboradísimos platillos tan distintos, las fuentes enormes de las que no dejan de comer y un afán por seguir creando fantasías culinarias que hagan de su plan algo no sólo mortal, sino también delicioso, de algún extraño modo.

Lo cierto es que es una película bastante chocante. Si uno espera tan solo la visión bella de los banquetes y la lujuria, probablemente se encontrará con algunas escenas algo inesperados: el lado más corporal y menos agradable de los excesos. Porque aunque dichos caballeros planeaban originalmente encerrarse sólo ellos, finalmente las mujeres son necesarias. Y ahí es donde aparece Andrea, quien parecía una tranquila maestra de jardín de niños y termina por liberar sus lados más oscuros en esa exuberante orgía sin límites.

De resto debo decir que no hay demasiada profundidad en los personajes más allá de una simple visión de ellos y el modo, más bien fisionómico, en que van reaccionando al paso de los días. Personalmente, hacia el final ya me costaba algo disfrutar de algunas escenas, especialmente las más escatológicas. Y aunque el final me parecía, claro, el más lógico para los fines de los personajes, por momentos sentía que no terminaba de convencerme en algunos puntos.

Sin duda para esos días en que uno se siente desmedido, sin duda, y tiene ganas de ver algo de lo más exorbitantemente dionisíaco.
O a Marcello Mastroianni, claro.



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