12.10.10



12/10/10
Ustedes creen que están mirando el fotograma de un neumático cualquiera detenido en medio del desierto. Pero están equivocados. En realidad ese es un neumático asesino en busca de su próxima víctima.
No hay que aclarar que no necesité saber absolutamente nada más de la trama para decidirme a verla, ¿verdad?



"Esta película es un homenaje a todos esos 'sin sentido' cinematográficos, ese gran elemento de estilo"

Ahora bien, uno necesita algo más que un neumático asesino con poderes psicoquinéticos para obtener una película, ¿verdad?
Mentira, uno puede arreglárselas con lo que se tiene, yeah. Pero aún así el director decide, pues, darnos algún contexto mínimamente explicativo sobre cómo llegamos a ese neumático asesino. Mínimamente.
Lo primero que sabemos es que hay muchas sillas en una carretera y un auto pasa tirándolas todas. Luego se baja un policía y nos da una perorata sobre que ciertas decisiones cinematográficas son completamente arbitrarias, como la vida misma, y que lo que estamos a punto de ver se fundamente en ello y sólo en ello. Ahora, el gancho, hay un público escuchándolo y ese público es el público de la película. El espectador implícito que la intensión comunicativa de una película debe suponer aquí es completamente explícito y está en medio de un desierto con binoculares. A través de ellos también vamos especulando sobre lo que vamos viendo: una llanta que se levanta en medio del desierto y descubre que tiene movimiento y, aún más, que tiene poderes psicoquinéticos que le permiten hacer explotar lo que le venga en gana. Y yeah. El grupo de espectadores siguen las aventuras de la rueda en busca de su próxima víctima (¿o del amor?) (jaja, lo siento, no lo resistí) y tratan de armar alguna lógica estructural o lo más cercano. Lo interesante también es que hay una especie de orden de la ficción dentro de la ficción: los que ordenan la película como película aunque en un cierto nivel es 'realidad', y son ellos mismos quienes además quieren matar a los espectadores explícitos antes que preocuparse por buscar un final argumental a una historia tan disparatada.

La película tiene el punch inicial, que si ya lo sabemos de ante mano tampoco es tan punch y luego comienza con un ritmo medio flojo. Lo cierto es que las posibles reflexiones (sólo supuestas por sus movimientos) de una llanta descubriéndose a sí misma no es que me interesen demasiado y ocupan quizá demasiado tiempo antes de que pasemos a la parte más entretenida de la acción, que es el juego de realidades superpuestas y la sutil teoría sobre la lógica cinematográfica (barata) que suponen estas relaciones.
Aunque hay que darle créditos también al neumático, llamado Robert, por cierto, por ser un gran protagonista de esta delirante serie B. ¿Quién diría que estaríamos tan al pendiente de sus aventuras?

Lo cierto es que como concepto es mucho mejor, y aunque es una película entretenida y que arranca unas buenas carcajadas, parece que por momentos se queda en el intento de llegar a algo más. Y suena dramático decir que podríamos exigírsele más a una película con el más que nombrado argumento, pero la verdad es que da muchos elementos que podrían haberse exprimido mucho más.
Claro que la moraleja final se justifica siempre en que, bueno, las decisiones cinematográficas son completamente arbitraria. Y nos aguantamos.

Delirante, como pueden imaginarse, pero es el tipo de películas que ves sabiendo a lo que vas. Es decir, escuché hacia el final comentarios de personas que la habían encontrado muy ¡absurda! ¿Qué espera alguien cuando escucha 'neumático asesino con poderes psicoquinéticos'? ¿Un drama existencial?
Nunca lo sabremos.

Y encima es francesa. Hablando de cosas arbitrarias.






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