25.1.11


25/01/11
Yo me escapo mucho del cine clásico pero no puedo hacerlo siempre. Tenía la película esperando ya desde hace rato y un día decidió mi hermana que no nos vendría mal un poco de romance y acción en blanco y negro. Y si tiene de por medio a Humphrey Bogart, pues qué mejor.



"You know you don't have to act with me, Steve. You don't have to say anything, and you don't have to do anything. Not a thing. Oh, maybe just whistle. You know how to whistle, don't you, Steve? You just put your lips together and blow"
El trasfondo literario de la película es bastante interesante. Al parecer todo comenzó como una apuesta entre Ernest Hemingway y Howard Hawks de que el segundo no podría adaptar exitosamente la novela en cuestión del primero. Al parecer no la más reconocida del autor. Hawks aceptó el reto y contrató a William Faulkner para adaptar el guión (hablando de relacionarte con la gente adecuada), descubrió a Lauren Bacall en el trayecto y finalmente puso de protagonista a Humphrey Bogart. Casi nada. En realidad tuvo que eliminar todo el peso histórico de la novela (¿a quién le importa la historia de Cuba cuando tienes a esa rubia en pantalla?), cambiar la localización a la Martinica y centrarse en lo que todos querían ver: el romance. Romance que trascendió entre ambos actores, además, hasta el final de sus vidas. Oh, lo bello que es cuando el cine nos alcanza.

Harry Morgan es un marinero que renta sus servicios a cualquiera que pueda pagarlos, aunque generalmente eso signifique llevar todo el día a turistas entusiastas a pescar o cosas similares. Sin embargo la isla se encuentra llena de movimientos insurrectos por una y otra cosa y diversas partes le piden a Morgan que interfiera a favor, ofreciendo una buena cantidad de dinero. Además de sus roces peligrosos con la ley (una ley algo ociosa que parece que persigue sospechosos sólo porque no hay nada más interesante que hacer) están también sus roces peligrosos con Slim, la bella cantante del bar donde pasa gran parte del día.

Tratar de centrarse en el contexto histórico puede ser un poco peligroso. Yo mientras la veía pensaba que no sabía absolutamente nada de la historia de la Martinica así que deduje que, sencillamente, no me enteraba de lo que pasa. Que, como mencioné antes, tampoco es que sea eminentemente necesario ya que el hilo de las aventuras se puede seguir sin ello. Pero ahora que, claro, me entero que realmente debía ser Cuba, las cosas cobran un poco más de sentido. De cualquier modo lo que está claro es que el peso principal de la película recae en Bogart y Bacall. Incluso diría que un poco más en Bacall porque a Bogart ya lo conocíamos desde antes, ya sabíamos sus modos, pero Bacall nos aparece con sus diecinueve años poniéndose perfectamente a la altura de la situación. Y para darle réplica a Bogart la tenía difícil, y aún así la libra tan bien que se lo lleva a casa consigo, vamos. Que no lo culpo en absoluto.
Y es que la verdad el magnetismo que hay entre ambos es más que suficiente para sacar adelante una de las menos exitosas novelas de Hemingway y, aún más, convertirla en una buena película.
Tampoco crean que le estoy restando importancia a Howard Hawks, que está claro que tiene que ser la mente maestra detrás de todo ello.




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