10.2.11


10/02/11
Continuando muy lentamente con el terror primigenio, me llegó el momento de echarle una mirada a "El estudiante de Praga", la primera adaptación que se le hizo. También porque en aquel entonces me encontraba leyendo una novela de Hanns Heinz Ewers (de la que espero luego ver alguna adaptación) y dado que él es también el guionista de la película, me pareció un buen momento.



"And wherever I will rest, and wherever I will die, there will always be someone behind me, a strange man, dressed in black, as a brother"
Debo aceptar que para mí, las películas tan antiguas, corren el riesgo de o bien resultarme fantásticas, o bien de aburrirme un poco. Diría que especialmente en el caso del terror que no siempre envejece del todo bien. De modo que usualmente me enfrento a ellas con un poco de recelo, que tampoco sienta del todo mal.

Balduin, el estudiante de Praga, es también el mejor espadachín de la ciudad, apreciado por sus camaradas y por las mujeres dadas sus habilidades. Pero él resiente un poco que su talento sea tan solo ese y no ser también rico o detalles por el estilo. Eso no pasaría del ocio si no fuese porque conoce a la condesa Margit y queda perdidamente enamorado de ella. La misma le corresponde pero está comprometida con otro noble y dado que Balduin es un muerto de hambre, no hay mucho que se pueda hacer. Eso hasta que aparece Scapinelli, un misterioso y siniestro individuo que le ofrece un trato maravilloso a Balduin: le dará una cantidad suficiente de monedas de oro para hacerlo rico a cambio de poder llevarse lo que quiera del cuarto de éste. Como Balduin no considera que haya nada de tal valor en su habitación, acepta sin pensarlo antes de que Scapinelli revele lo que verdaderamente quiere: el reflejo de Balduin en el espejo.

La obsesión por el doble que hay en los textos de la época (la película es una adaptación de un cuento de Poe) y el modo en que eran reflejados en las películas correspondientes es algo que me encanta. Una noción muy clásica de la figura del otro que es también el reflejo de uno mismo. Al ceder su imagen en el espejo el protagonista en realidad cede una cantidad de posibilidades metafóricas inagotables, a partir de entonces su reflejo, su doble, lo perseguirá en todo momento y dejará en claro aquella premisa de que somos nosotros nuestro mayor enemigo.

Si bien la realización de la película es relativamente simple (requiere muchos menos artilugios para criaturas fantásticas o secuencias un poco más complicadas para los efectos con los que se contaba), está grabada con un tono exacto para que resulte tan interesante como atractiva. A pesar de que muchas veces el cine mudo puede dejar margen a lagunas narrativas que el espectador tiene que llenar como pueda, aquí la historia avanza de manera bastante fluida y uno puede permitirse esos espacios para encontrar más significados a esas posibilidades siniestras de tener un otro yo dando vueltas por allá y arruinándonos los planes. Mientras tanto el resto de la historia se mantiene en el tono propio de las intrigadas al que se le suma el excelente elemento sobrenatural. Debo decir que resultó incluso bastante disfrutable, además que reflexionando después sobre la trama la idea no deja de parecerme fantástica (o soy yo que me encantan los juegos del doble).

Una película que para ser de 1913 creo que se conserva bastante bien. Posteriormente se harán varias otras adaptaciones del texto y espero pronto tener oportunidad de ver alguna más, de preferencia un poco más recientes para ver cómo han ido adaptando la situación a distintas épocas. Si es que lo hacen, claro, jo.




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