23.2.11


23/02/11
Después de haber sido chantajeada al respecto, le prometí a Kido. que reseñaría una película de Harmony Korine durante la semana. Lo que implicaba, de entrada, ver una película suya porque no lo había hecho antes. Revisando su filmografía pensé en comenzar por otras pero la verdad es que ya tenía a "Mister Lonely" en lista de espera desde hacía un buen rato y lo tomé como una señal.



"It's hard to always laugh when you don't know what people find so funny"
Generalmente con ese tipo de películas tengo una idea clara de por qué quiero verlas y por qué no. En este caso el principal motivo por el que me mostraba dudosa era sin duda Diego Luna, quien por lo general me parece un terrible actor. También creo que toda la idea de los dobles me remitía un poco a otras películas como "Podium" y pensaba que era algo imposible de mejorar. Sumémosle ese aire de película independiente fantasiosa con buenas reseñas y algo me decía que no sería mi tipo. Por suerte todas estas conjeturas eran sencillamente prejuicios porque en realidad no sabía nada de la película. Y si alguien me hubiera dicho que salía Werner Herzog haciendo de sacerdote en una comunidad latinoamericana, bueno, la habría visto hace ya muchísimo tiempo.

Un imitador de Michael Jackson está pasando un momento difícil en París, donde apenas sobrevive y no se siente particularmente cómodo. Un día mientras realiza una presentación en un asilo de ancianos conoce a una Marilyn Monroe quien le cuenta que vive en las montañas escocesas en compañía de otros imitadores. Sobreviven con tareas básicas de ganadería y similares y se preparan para un gran espectáculo, pero aún no tienen un Michael Jackson. De modo que el buen Michael viaja con ella para encontrarse con la familia de Monroe: su esposo Charles Chaplin y su hija Shirley Temple. En el lugar viven también el Papa, la reina de Inglaterra, Abraham Lincoln, Sammy Davis Jr, Caperucita Roja, James Dean, Madonna, los tres chiflados y Buckwheat.
De manera paralela, aunque con un poco menos de presencia, nos encontramos con la historia de una pequeña misión religiosa en medio de algún país de América Latina donde un sacerdote y un grupo de monjas se dedican a llevar comida entre un pueblo y otro. Un día, por accidente, descubren una suerte de milagro realizado por las monjas y a partir de ahí comienza a volverse algo común.

Si uno mira el poster de la película, o un gran número de fotogramas, podría imaginarse fácilmente que es una película de lo más fantasiosa y surreal. Y si bien hay algo de ello creo que el mayor acierto que tiene Korine en su representación de una pequeña sociedad utópica conformada por dobles, es el hecho de que todo se mantiene en una línea de realismo muy clara: los imitadores en realidad no son idénticos a los personajes que planean imitar, tienen que realizar tareas diarias para sobrevivir, y tienen problemas completamente mundanos más allá de su organización irreal. Eso por una parte, aunque a la vez es fascinante ver como estos rasgos de humanidad detrás de la máscara sólo sirven para hacer notar aún más la máscara: no conocemos a los imitadores más que por los personajes a los que imitan, y finalmente reproducen rasgos de estos personajes primarios. La idea de hablar del quien somos realmente a través de la gran metáfora se vuelve más bien una paradoja: todos somos nosotros mismos en el fondo, todos somos imitadores. Todo lo que sabemos sucede dentro de ese grupo extraño es tan cierto como falso, es la vida de ellos tanto como sigue siendo la imitación de la vida de alguien más.

Y si uno no tiene suficiente con todo esto, viene la ausencia de conección explícita con la otra parte de la película, la de la misión religiosa y sus extravagantes milagros, que además termina de una forma tan bella como desoladora. La interpretación ahí es completamente libre, ya que al menos no he leído en alguna parte algo como 'Harmony Korine quiso decir esto', pero al menos para mí el mensaje es que los milagros tienen un momento y un lugar, que no sirve de nada esperarlos y que después de ese momento y ese lugar ya no tienen mayor importancia.

La película nos da y nos quita esperanzas sobre el cambio, sobre el descubrimiento de nosotros mismos, sobre la interminable espera de que 'algo' pase. Es cruel y bella, es fantasiosa y cierta, y se mantiene en un punto en que sentimos que nos está diciendo algo a la vez que no puede prometernos nada.

La verdad fue una sorpresa mucho más grata de lo que esperaba, aunque ahora leyendo algunos comentarios dicen que es una película muy distinta a las que suele hacer Korine. Supongo que tendré que irme a su filmografía anterior para enterarme más.




¿Película favorita de Harmony Korine?

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