1.2.11


01/02/11
Para que no piensen que por ponerme a ver nominaciones a óscar se me pierden de vista las películas japonesas raras. Del trío de directores japoneses actuales que están llevando al máximo todas las hipérboles absurdas usuales en las tramas del país, tenía pendiente verlos a todos. Y encima "Robo-geisha" me cayó del cielo un día y no tuve ni cómo resistirme.



"No, I'm not a monster. I'm a robot"
Lo bonito es que mientras nosotros, del otro lado del mapa, llenamos de tópicos a Japón creyendo que está lleno de samurais y geishas, entonces ellos nos lo dan. Y si no tenemos suficiente con sus geishas normales, entonces nos dan geishas vengativas, y cuando no tenemos suficiente con las geishas vengativas, entonces nos dan geishas robot.
Hay que agradecer a Noboru Iguchi por darnos exactamente lo que el título prometía.

Que les cuente la trama es lo de menos, pero ahí les va: Yoshie es la joven hermana de una geisha y todos la tratan mal (especialmente su hermana). De pronto se descubre que tiene una gran habilidad para la pelea y, casual, la reclutan para formar un ejército de geishas asesinas. Como el ejército le pertenece a una compañía que trabaja con metal, cuando las geishas van subiendo de nivel les van cambiando partes del cuerpo por otras metálicas. Y, bueno, pueden adivinar fácilmente por dónde va la cosa.

Si se ha pensado de por sí que el cine japonés es raro, Iguchi lo lleva absolutamente a un nuevo nivel. Sus tramas son completamente delirantes y aún así bien estructuradas en base a sus propias premisas (es decir, hay películas que hacen propuestas delirantes y luego son llanamente malas). Lo que está claro es que a quien no le gusten este tipo de cosas (tópicos hiperbólicos, hiperviolencia absurda, sexualización de todo lo posible y lo imposible, la burla de casi todo lo que se puede asociar con el cine japonés) no va a disfrutar la película ni un poquito. Al principio yo misma tuve un problema para conectar del todo con la trama porque se ha perdido por completo la ceremoniosidad de todo y de entrada puede quedar hasta un poco caricaturesco. Pero ese es, claro, un juego en el que uno tiene que caer para poder agarrarle el gusto (si es que podrá hacerlo).

Justo cuando uno creía que ya no se le podía sacar más jugo el chiste de la geisha, aquí nos llega esta bizarra película que pone de nuevo a girar las infinitas posibilidades de las mentes enfermas niponas (y ese 'enfermas' casi que fue un halago antes que cualquier otra cosa). Otros dos exponentes de esta nuevo cine son Yoshihiro Nishimura y Tak Sakaguchi, de los que hablaremos pronto (o no tan pronto, ya se sabe que con mis reseñas pendientes el tiempo se vuelve relativo).




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