23.5.11


23/05/11
Que no hubiera visto ya "Ghost in the shell" no tenía perdón. Yo lo sabía y también Jose lo sabía, quien me la prestó y me la dejó de tarea para que no la perdiera para siempre en la lista de películas en espera.



"There's nothing sadder than a puppet without a ghost, especially the kind with red blood running through them"

A estas alturas es increíble ver lo que "Ghost in the shell" representó en su momento y la influencia que tuvo en películas posteriores. Siguiendo la línea que había marcado ya "Blade runner" unos trece años antes, se puede decir que Mamoru Oshii, a través del manga de Masamune Shirow, redefinió nuestros conceptos visuales del futuro, y las manifestaciones cyberpunk en general.

Motoko Kusanagi y Batou son dos agentes que trabajan para la Sección 9 del gobierno, encargándose de crímenes relacionados con androides, hackers y demás. Ambos están parcialmente conformados por partes metálicas, pero mientras Batou conserva aún partes de su cuerpo original, lo único humano en Kusanagi es su mente, atrapada en un cuerpo completamente robótico.
Tras una serie de ataques queda en evidencia la intervención de un sujeto conocido como The Puppet Master que se ha dedicado a hackear robots e infiltrarse en operaciones internas del gobierno. Quedará en manos de los dos agentes seguirle la pista al tiempo que se van sumergiendo en un terreno mucho más complejo de lo que creerían, además de comenzar a reflexionar sobre la verdadera esencia de la vida de un androide y lo que ello significa.

Una de las secuencias que me parecen más ilustrativas de lo que la película representa es el momento en que uno de los encargados de la Sección 6 le reclama al Puppet Master que él no es una 'forma de vida', a lo que el hacker responde que qué prueba puede darle cualquiera de su misma existencia, si aún no hay ciencia ni filosofía que sean capaces de explicar lo que es realmente la vida.

Con la trama de un thriller entre robots y conspiraciones del gobierno, "Ghost in the shell" marcó un parteaguas definitivo para los alcances del anime en el resto del mundo, y para la concepción de un futuro por completo diferenciado de las ideas extravagantes y utópicas. La idea con la que se presentaba, repetida muchas veces en boca de sus protagonistas, es que no importa cuánto pueda avanzar la tecnología y la sociedad, no importa cuántos años de adelantos se puedan atravesar: el punto es que seguimos en la búsqueda de nosotros mismos, imposibilitados de alcanzarnos. Las reflexiones en las que Kusanagi se sumerge constantemente dada su coraza robótica pero sus pensamientos humanos, bien pueden trasladarse al contexto completamente orgánico. La idea de que hay algo único, metafísico y particular que nos diferencia de todos y que nos da una condición definida y delimitada, se mantiene en el inconsciente de las personas y ahora también de los robots. Todos tratando de encontrar una respuesta. No es de extrañar que entre los diálogos menos esperados se cuelen constantemente (y sin dar señales para diferenciarlas si estamos inadvertidos) frases bíblicas literales. La idea del alma dentro de un cuerpo metálico es también la idea del alma dentro de cualquier persona como una entidad inadvertible e inalcanzable.

En aspectos más técnicos, la realización visual y el estilo de animación son sencillamente fantásticos para la época y abrirían la puerta para un sinnúmero de animaciones más que llegarían posteriormente a reflexionar sobre el futuro, las conexiones virtuales, la condición de la 'inteligencia artificial' y varios otros temas que si bien no son inventados por el director (ni por el autor del manga), sí consiguen una notoriedad particular y una nueva revisión en el contexto cinematográfico.

Es del tipo de películas para ver una y otra vez, y en cada ocasión volverse a maravillar por lo que ya habíamos visto o por lo que había pasado desapercibido y ahora notamos claramente.
Esperemos pronto continuar con alguna reseña de algo más de esta saga, al menos con la segunda parte que todavía fue dirigida por el fantástico Mamoru Oshii.




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