9.6.11


09/06/11
"Vals con Bashir" fue una de esas películas que estrenaron apenas un par de días en algún cine perdido de la mano de dios, y si bien yo no tenía particular interés en verla había aceptado acompañar a alguien aunque ello nunca se concretó. Y creo que la habría olvidado un poco si no fuera por mi hermano que se interesó en verla y la propuso de nuevo y yo no voy a negarme nunca a una animación que se ve poco convencional.



"Memory is dynamic, it’s alive. If some details are missing, memory fills in the holes with things that never happened"

Todo comienza con un sueño, un sueño de perros coléricos persiguiendo al protagonista. Un número exacto de perros, todos aquellos que mató mientras prestaba servicio militar en la invasión de Líbano. La historia juega a dos niveles: nuestro personaje protagónico tiene lagunas sobre los sucesos que presenció durante aquel episodio bélico, pero también el director ha comenzado a hacer una película para tratar de recuperar sus memorias perdidas. Entre la ficción y el documental, "Vals con Bashir" es uno de los ejercicios más lúcidos y bellos de la memoria. Una memoria maleable, confusa, con puntos engañosos y momentos que se escapan para siempre. A través de entrevistas a personas que o bien lo conocieron entonces o con quienes quizás pudo haber coincidido, nos sumergimos en la búsqueda por una secuencia perdida. Una parte del pasado que podría ser la clave para entenderlo todo, o no, podría ser tan solo un momento cruel que la memoria se negó a sostener más tiempo.

Es difícil tratar de explicar el encanto de esta película sin tener que recurrir, en un primer momento, a recomendarla y nada más. Ya que de manera formal puede sonar como una película más sobre la búsqueda de un momento que no puede recordarse, o sobre los efectos de la guerra vista en retrospectiva. Pero ahí también se encuentra el gancho: resulta curioso que la animación, probablemente por sus connotaciones más lúdicas, más caricaturescas, consiga capturar el horror y la desolación de un modo tan particular (unos veinte años antes ya Isao Takahata nos había demostrado que la guerra luce increíblemente más cruel cuando es representada por dibujos animados).
Por otro lado lo que pretende plasmarse en la película es mucho más complejo que un sencillo thriller mnemotécnico, y a través de las distintas capaz del lenguaje nos vamos encontrando con un constante fluir de voces, imágenes, anécdotas y melodías que nos van atrapando en un remolino caótico de lo todo lo que podría haber sucedido, como si su simple posibilidad lo convirtiese ya en algo tangible. Consiguiendo unas secuencias no sólo interesantes o anecdóticas, sino cargadas de una belleza y un significado terriblemente fuerte.

He escuchado comentarios que dicen que el giro final, sobre todo en lo que corresponde a la cuestión técnica, rompe un poco con lo que se había venido presentado pero a mí me parece que fue, definitivamente, lo mejor que pudo hacerse para concluir. A mí toda la película me pareció un flujo poderoso que golpeó fuertemente hacia un final tan maravilloso como devastador.

Como dato curioso fue la primera película de animación en ser nominada al óscar a mejor película extranjera, y no los culpo en absoluto. Ese año ganó "Departures", una película japonesa que ya he comentado por allá, y la verdad es que ahora me resulta difícil pensar si una de ellas es mejor que la otra.
Al parecer el director está trabajando en otros proyectos, uno de los cuales sería un fragmento para "Jerusalem, I love you" en la línea de todas aquellas ciudades a las que la cinematografía parece amar. Que debo decir que como título ya me suena poco afortunado, creo que lo que Jerusalem transmite no es exactamente el tópico 'I love you' pero, bueno, esa soy yo. (A este paso me voy a poner a hacer yo mi versión de "México, te amo un chingo", que no estoy viendo para cuándo).




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