7.9.11


07/09/11
Porque el sentimiento masoquista regresa de vez en cuando, decidí que era momento de volver a arriesgarme con el paquete de el teatro del horror de Hideshi Hino. La verdad que los títulos que me faltaban no sonaban especialmente atractivos pero igual me decidí por "Dead girl walking".



"I'll see you burn in hell"

Con un título como ese y con cualquier antecedente sobre Hideshi Hino uno ya podría imaginarse por dónde va la cosa. De hecho la estructura básica de la película es de manera bastante clara la que Hino suele usar con un gran número de sus historias añadiéndole algunas variantes.
Sayuri es una adolescente con una vida ideal: tiene unos excelentes padres, una buena hermana, le va bien en su casa y en la escuela, todo parece brillar a su alrededor. Pero entonces un día, inesperadamente, se muere. Y tan tán, ahí acabaría la historia usualmente. Pero no con Hino, ahí apenas comienza. Aunque ya ha sido declarada muerta al poco tiempo Sayuri se despierta y resulta que nada, mucho gusto. Su familia no parece muy convencida de que la cosa vaya bien, sobre todo porque el cuerpo de Sayuri comienza a atravesar el proceso lógico de cualquier cadáver, lo cual no es particularmente agradable si se trata del cuerpo de tu hija quien se pasea como si nada por la casa. Los padres adorables de pronto se vuelven una pesadilla y también toda la vida (o no-vida) de Sayuri quien tiene que llevar a cuestas todas las complicaciones propias de su nuevo estado.

La premisa suena muy vaga, y lo es, pero lo cierto es que si uno piensa en los mangas del autor sabrá que de algo así podría surgir un desarrollo interesante. En sus historias el interés casi siempre suele jugar un papel importante el punto de inflexión en que la vida del protagónico muta en otra cosa fuera de la lógica y el modo en que tiene que encausarla desesperadamente.
Si bien ya antes había manifestado poco agrado por las películas que vi del paquete, creo que ésta es aún mucho más desangelada que las anteriores, que pecaban de abusar de la serie B para manejar propuestas que podrían resultar interesantes. Lo que sucede aquí es que una historia se limita a la mínima expresión de sí misma (de lo que les conté no esperen mucho más, eso es premisa, desarrollo, complicación y resolución) y parece guiarse casi sin ánimos de nada más que de mostrar una serie de escenas necesarias. El único recurso que se usa para darle algún toque a la estética es el contraste entre el uso de las imágenes a color con las de blanco y negro, que resulta demasiado fácil para remarcar los buenos momentos vs los malos como si de por sí no hubieran estereotipado demasiado ambos como para que no nos diéramos cuenta. Lo único que queda más que claro es que la vida de Sayuri era muy muy buena y luego se volvió muy muy mala. Y poco más. Y encima, si tomamos en cuenta que la película dura apenas unos 40 minutos, hasta podríamos decir que se torna larga ante la ausencia de hechos relevantes y apenas un par de secuencias un poquito rescatables. Todo el morbo real que debería provocar un cuerpo muerto en una colegiala que se niega a resignarse a su destino ha sido dejado de lado sin ninguna razón aparente más que retratar un continuo penar hacia ningún punto.

Y uno creería que con esto me rendiría para siempre esperando que adaptaran de manera mínimamente a Hideshi Hino pero, oh, aún nos queda más por ver.




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