27.11.11



27/11/11
Y volviendo al maratón Japan Madness, Noboru Iguchi lo inaugura y lo clausura. Encima, con una nueva adición a la saga de "Tomie". Tenía mis reservas pero era imperdible.



"Me di cuenta de algo. La muerte nos atrae. Tomie nos muestra el camino"

He reseñado un par de películas de "Tomie" y he visto un par más de las que hablaré después. Sé que mi apreciación negativa se debe en parte a mi gusto por el manga original pero también es cierto que ninguna de ellas ha sido especialmente destacable, ni como adaptación ni como película de terror japonesa. Y es curioso, parcialmente, porque la idea básica es bastante sencilla y podría prestarse a distintas reinterpretaciones que no siguieran necesariamente el estilo de su autor, Junji Ito, que parece difícil de trasladar a la pantalla.

Que Noboru Iguchi fuera a adaptarlo ahora resultaba un poco extraño. En primera porque nunca se ha dedicado formalmente al terror y porque su estilo parece ir en una dirección distinta. Por otra parte parecía un intento desesperado de mantener la saga con vida dado que ya las otras cartas fuertes habían fallado (maestros del terror japonés como Shimizu no pudieron hacer mucho) y porque Iguchi al menos conseguiría atraer a un mínimo público dado que ahora su carrera ha tomado bastante fuerza. Y bueno.

Tomie y Tsukiko son hermanas aunque son bastante diferentes. Mientras Tsukiko es reservada y pasa bastante sin llamar la atención, Tomie cautiva la atención de quien la ve y sabe cómo manipular a las personas con su encanto. Tsukiko está convencida de que es su hermana y por ello la quiere pero quizás cuando Tomie muere en un horrible accidente las cosas no resulten tan mal para ella. Casi un año después ha tratado, junto con su familia y amigos, de rehacer su vida y todo parecería indicar que estaba por lograrlo cuando un día, sin más, Tomie regresa a casa.

Yo siempre pensé que más o menos ese era el inicio ideal para Tomie, partiendo más o menos del manga primero en que la perspectiva es de una compañera de clase y a donde vuelve es a la escuela. El hecho de que hubieran involucrado la dinámica familiar me pareció al principio absurdo porque no cuadraba demasiado con ciertas líneas de la historia, pero si pasamos por alto esos detalles (que se pueden justificar, de querer hacerlo) la verdad es que termina por resultar en un entorno más que indicado para que Tomie comience a hacer de las suyas desde el espacio más íntimo de la perspectiva que seguimos, la de Tsukiko.

Cuando vi por primera vez una imagen de Miu Nakamura como Tomie no me convenció en absoluto. No la encontré particularmente bonita y tenía un aire extraño que sentía que confundiría la intención principal del personaje. Ahora sé que lo pensé pero no puedo recordar cómo es que surgió esa sensación, si bien Nakamura tiene una belleza extraña (está en la línea de los personajes con rasgos tiernos-raros-gatunos que Iguchi suele tener como secundarios en algunas de sus películas) le bastan un par de escenas como hechizarnos como todos suponemos que Tomie debe hacerlo. Algo que hasta el momento no había sentido de ninguna de las actrices que la encarnaban.

Por una parte creo que Iguchi estaba consciente de que no conseguiría hacer una película de terror en norma y que, como mencioné, la atmósfera particular de Junji Ito es difícil de llevar a la pantalla y se corre el riesgo de que termine más que mal, y por ello decide deliberadamente irse por otro camino. Retomando de alguna manera su propio estilo, dota a la historia de un humor más infantil-cruel y de un enrarecimiento que sin duda ayuda a que la extraña trama avance sin sentirse demasiado forzada. Aunque hay momentos que sin duda parecen hechos para ser un chiste, la sensación cruel que rodea la interpretación de Nakamura dota todo de la sensación de ser una broma macabra, una suerte de delirio esquizoide que salió mal y no puede detenerse. Iguchi convierte su historia en un sueño dentro de un sueño dentro de un sueño donde todos los niveles son de pesadilla y son protagonizados por un único y terrible elemento: Tomie. Y proponiéndose eso es, inesperadamente, fantástico.

Si bien un detalle que quizás podría resultar contraproducente es que tengo la sensación de que es una adaptación pensaba hacia los conocedores de la historia. Nunca hay una preocupación por explicar nada y la misma sucesión de hechos parecería volverse surreal para alguien que no sepa de antemano qué es lo que sucede. Es cierto que eso es también parte de las historias en que nunca se nos explica los sucesos concretos, dejando que parte de la fuerza de ellas se base en esa ominosidad propia de lo que siendo sobrenatural se cuela entre la cotidianidad. Para mí eso resultó en un excelente plus pero sí que escuché comentarios de personas que salieron de la sala sin tener idea de lo que acababan de ver.




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